2024 – The destroyer of worlds (FIN)

ÚLTIMA PARTE

Quería que Loki me acompañara al encuentro de aquel extraño visitante, pero me dijo que eso era algo que tenía que hacer por mi cuenta.

Tenía que afrontar mi futuro yo sola. 

A los pies de la colina se encontraba un hombre dándome la espalda, mirando al horizonte. Sus ropas eran antiguas, llevaba una gabardina oscura y un sombrero gris. Sintió mi presencia detrás suyo y giró su cuerpo para mirarme. Era delgado, con una expresión sombría en el rostro y ojos de un azul intenso. 

-Soy Dany -le dije-. ¿Quién eres tú?

-Gusto en conocerte, Dany. Mi nombre es 2024. Y me he convertido en la muerte, en el destructor de mundos.

Un escalofrío recorrió mi espalda.

-¿Es eso lo que quieres decirme, entonces?, ¿eso significa todo esto? -ráfagas de viento helado azotaron mi cara. El cielo se oscureció aún más-. ¿Moriré en el 2024?

-No necesariamente… -miró nuevamente al cielo y después echó una ojeada a su reloj-. Es una muerte metafórica. Lo que conoces, lo familiar y lo cómodo, lo cercano, lo habitual… va a morir. Vengo a destruirlo. 

-¿Por qué? 

-Porque así debe ser. 

Nuevamente miró su reloj. Sentí un miedo intenso, una gran sensación de incertidumbre. Nunca, jamás me había pasado algo así con un Año Nuevo. 

2024 me intimidaba mucho. Me daba terror.

-¿Qué tanto miras? -le pregunté nuevamente, nerviosa al ver que no apartaba su mirada del reloj.

-Estoy calculando la explosión. La bomba tocará tierra exactamente a las 0 horas del 1 de enero.

-¡¿La QUÉ?! bomba, ¿dijiste?

-Sí. Una bomba. Nuclear, específicamente. 

-¿Vas a soltar una bomba nuclear para destruir mi vida así como si nada?

-Ese es el plan. Sí. 

Me acerqué a él y le di un empujón. 

-¡Cómo te atreves! ¡Yo no pedí nada de esto!

-Lamento informarte que sí, lo hiciste. De hecho, TÚ tomaste esta decisión. 

-No es verdad. ¿Por qué dejaría todo lo que conozco por un futuro incierto y aterrador? No tiene ningún puto sentido. 

-En realidad, tiene todo el sentido del mundo. 

El rugido de la turbina de un avión se escuchó a lo lejos. Miré a 2024 fijamente a los ojos, tratando de entender lo que me estaba revelando. 

“Por años has pedido esto” continuó, impasible. “Querías un cambio, anhelabas probar qué más había allá afuera. No estabas conforme con tu vida, creías tener la ilusión de felicidad y seguridad pero eso era todo: una ilusión. Realmente no eras feliz. Tuviste pensamientos muy oscuros. Llorabas por las noches. Te sentías un fracaso. Algo te faltaba. Y pediste por esto inconsciente e incluso conscientemente durante muchos años. 

“Ahora tienes la oportunidad a tus pies” continuó aquel hombre, elevando la voz para que se escuchara sobre el rugido del avión que ya estaba prácticamente sobre nuestras cabezas. “Yo te traigo ese cambio que siempre pediste”.

Miré hacia arriba y vi pasar un avión de guerra, pintado de azul marino con franjas rojas y estrellas blancas a los costados. Llevaba una ojiva nuclear grande, con el dibujo de un canguro en la parte baja. El avión cruzó el cielo sobre nosotros y siguió avanzando hacia el horizonte. 

-¿Y qué pasa en el futuro? -le pregunté, dándome cuenta de la inevitabilidad de la explosión y de lo inescapable de mi destino-. ¿Las cosas salen bien?, ¿soy feliz?, ¿encuentro lo que siempre estuve buscando?

-No puedo responder a eso ahora -2024 sonrió, dándose la media vuelta para nuevamente estar de cara al horizonte-. Tendrás que verlo por ti misma. 

-¿Qué viene ahora? -le pregunté, con la mirada fija en el punto lejano en el que se había convertido el avión.

-Ahora… el cambio. 

Nos quedamos en silencio mientras el avión soltaba la ojiva, un punto pequeño que descendió en un trayecto recto hasta tocar el suelo. 

Al principio no se escuchó nada. Un destello cegador inundó todo el horizonte, y entrecerrando los ojos, noté como todo el cielo y la tierra se iluminaron. 

Luego, vino el hongo. Una nube kilométrica se alzó imponente en el cielo. 

Cuando mis ojos se acostumbraron al resplandor extraño que nos rodeaba, vino el estruendo y la fuerza del viento por poco nos derrumbó. Tuvimos que equilibrar nuestra posición, antes de que el suelo comenzara a vibrar a nuestros pies. 

La nube de humo se acercaba cada vez más. 

Venía la destrucción. Venía la muerte. Venía el fin.

La ansiedad comenzó a apoderarse de mi. Me di cuenta que estaba temblando incontrolablemente y que tenía problemas para respirar. 

Tomé la mano de 2024 y se la apreté con fuerza, aspirando aire con la boca para no ahogarme.

-¿Todavía hay tiempo para detener esto?- le pregunté, sin poder evitar que un par de lágrimas cayeran por mis mejillas. Jamás había tenido tanto miedo en mi vida.  

-Me temo que no -respondió, con la misma serena e impasible expresión en su rostro. 

-No quiero esto, por favor -supliqué, llorando aún más. -No quiero que esto se termine. Por favor. Por favor.

Los imposibles ojos azules de 2024 dejaron de mirar hacia el muro de humo, escombros y destrucción que cada vez se acercaba más hacia donde estábamos, y fijó la mirada en mi rostro. Tomó mi otra mano y nos quedamos así por unos segundos. 

“A veces es necesario que se termine algo para que comience una cosa nueva” me dijo, con una sonrisa tranquilizadora. «No tengas miedo. Confía en mi, y sobre todo, confía en ti».

Miré a mis pies. El suelo donde estábamos parados se desintegraba rápidamente. El calor de la explosión comenzaba a sentirse. El ruido era atronador. 

Nuevamente nuestros ojos se encontraron. 2024 vino a destruir todo lo que yo conocía, lo familiar, lo cómodo y lo cercano, por una razón. Y yo estaba dispuesta a descubrir cuál era.

Ya no había marcha atrás. Era momento de ser valiente. 

Cerré los ojos. 

La explosión nos alcanzó segundos después.

Y luego… el silencio. 

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