2024 – The destroyer of worlds (2)

PARTE 2

Una sacudida repentina me despertó. Abrí los ojos, algo confundida. Varias cosas de mi mesita de noche cayeron al suelo y escuché gritos de terror que provenían de las mansiones de mis Barbies vecinas. Me paré de la cama y lo primero que noté al ver el horizonte fue una columna de humo larga e inusual que se alzaba del cráter del Popocatépetl. Raro, ese volcán había estado ahí durante todo el año sin mostrar señales de actividad.

Bajé a la cocina y me extrañó no ver la colita de Kobu moviéndose frenéticamente al saludarme como todas las mañanas. Lo llamé por toda la casa, porque no venía a mi encuentro. Di con él después de un rato: estaba dando vueltas en la sala, desorientado y con el ánimo decaído. Lo abracé con fuerza, pensando que sería algo pasajero. Probablemente el temblor lo había puesto nervioso. Le dejé su plato de croquetas y su leche y salí a otro maravilloso (o al menos eso esperaba) día.

Llegué a uno de los parques en los que me gustaba caminar y le mandé un mensaje a mi novio, pero me dejó en visto. Raro, siempre me contestaba cuando yo le escribía. 

-¡Hola Barbie! -me saludó el Ken Elon Musk, al pasar trotando frente a mi.

-¡Hola Ken! ¿Sentiste el temblor?

-Pues sí, pero no me preocupa mucho.

-¿No, por qué?

-Pues… equis, ¿no?

Acto seguido siguió su camino. Es raro que un Ken con el ego tan grande como Musk no se preocupara por ello. Pensé que sería una buena idea para una historia, así que me senté en una banca y saqué mi libreta para comenzar a escribir. Puse la fecha, la hora, y cuando me disponía a plasmar el título… nada. Cero. Ni una sola idea en mi cabeza. 

Miré a mi alrededor, algo confundida. Jamás me pasaba eso. Siempre se me ocurrían títulos ingeniosos y las historias fluían con una facilidad innata. Ahora mi mente estaba en blanco. 

Todavía trataba de entender qué estaba sucediendo cuando otro corto pero intenso temblor hizo cimbrar Barbieland por unos segundos. 

Cerré la libreta y caminé por las rosadas y limpias calles, sin ver nada más fuera de lo normal. Sin embargo, tenía la constante e inquietante sensación de que algo malo estaba pasando, y con el ánimo por los suelos, preferí regresar a mi casa. 

Esa noche en la televisión, declararon oficialmente la existencia de los Ovnis. Uno pensaría que sería una noticia interesantísima, que despertaría debates y discusiones acaloradas tanto de la comunidad científica como de los habitantes comunes y corrientes. Sin embargo, nada de eso pasó. A nadie le importó. Pasaron a la siguiente noticia como si nada.

Miré preocupada a mi celular. Durante todo el día no tuve noticias de mi novio, y me sentía algo sola. Aquella noche puse la cama de Kobu al lado de la mía, ya que cuando llegué a casa, me di cuenta que apenas había tocado su leche y no comió nada de sus croquetas. Su falta de apetito era preocupante, pero traté de pensar en positivo. Sí, un par de cosas habían salido mal aquel día, pero eso no significaba nada grave… ¿verdad?

El presentador de noticias pasó a la siguiente nota y abrí los ojos sorprendida: Gladis, la amable Orca que algunas veces hacía espectaculares shows marinos para nuestro deleite, había atacado y hundido dos embarcaciones aquel día. Por si fuera poco, el submarino de OceanGate se reportaba como desaparecido. 

Apagué la tele y acomodé la cabeza en la almohada.

Ya había sido mucho por hoy. 

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Los microsismos siguieron durante toda la semana. Nadie sabía la razón, y las cosas no hicieron más que empeorar: uno de los mayores espectáculos del año, Shen Yun, tenía hartos a todos y ya nadie quería ir a verlo. Un extraño humo naranja invadió las calles y una ola de calor nos tuvo a todos sudando. Con terrible indignación escuché a los presentadores de radio criticar la nueva y última canción de Los Beatles, Now And Then, diciendo que era “excesivamente sentimental y aburrida”. Simplemente no lo podía creer, ¿cómo se atrevían a criticar el hecho histórico de que tuviéramos una nueva canción de Los Beatles en este siglo? Era el colmo.

Pasé por el Cine de Barbieland y me sorprendió ver que no tenían películas en exhibición. Simplemente no había historias nuevas que mirar. Eso era por demás extraño, pero lo que verdaderamente me rompió el corazón fue la negativa de los dueños del cine de extender la exhibición de las películas de Marvel. “La gente ya está harta de los superhéroes”, me comentaron, mientras quitaban el cartel de The Marvels. “Su mejor época ya es cosa del pasado. ¿No te enteraste, hoy en la mañana arrestaron al Ken Kang porque una Barbie lo acusó de violencia doméstica. Y el Ken Hawkeye tuvo un terrible accidente. Está en el hospital”.

Nada de lo que estaba sucediendo tenía el menor sentido. Todo se estaba desmoronando a mi alrededor.

Kobu empeoraba todos los días. Ahora sus ojos aparecían velados con una película blancuzca y chocaba contra los objetos, me ladraba sin reconocerme y cuando le llamaba por su nombre ya no venía hacia mi. Pensé que tal vez ver a sus amigos lo animaría un poco, pero cuando pregunté por Chems (uno de los perritos con los que jugaba en el parque), su Barbie me dijo con lágrimas en los ojos que desafortunadamente había fallecido la noche anterior. 

Traté de animarme un poco pensando en mi plan de fin de año con 2023. Sería un rato agradable en medio de tanta desgracia, inclusive tenía pensado regalarle un cuento de navidad escrito por mi para que lo leyera antes de despedirnos, pero mi inspiración seguía completamente muerta. No podía escribir ni un simple encabezado. 

Comencé a tener una crisis. Si ya no era la Barbie escritora… entonces… ¿quién carajos era?

Si todo lo que había sentido seguro y que me había dado felicidad ese año estaba desapareciendo… ¿qué más podría suceder?

Llegué al estadio para recoger los boletos del show de Ken Luis Miguel, pero la Barbie de la taquilla me dijo que desafortunadamente los boletos estaban agotados. 

-No es posible -le contesté, escéptica-. En Barbieland siempre se consiguen boletos para todos los shows.

-Pues éstos se agotaron. Lo siento. 

Negué con la cabeza y le mandé un mensaje a mi novio, preguntándole si de casualidad él había conseguido boletos. Ya llevaba varios días sin verlo ni hablar con él, cosa extremadamente inusual. Le había escrito que lo extrañaba y que necesitaba verlo, cuando la Barbie de la taquilla lanzó un grito agudo.

-¡¿Qué pasa?! -le pregunté, asustada.

-¡Otra! ¡Cada vez aparecen más! -se sacudía frenéticamente la ropa y el pelo.

-¿De qué hablas?

-¡Chinches! -me respondió, saliendo de la taquilla rápidamente-. ¡Estamos llenos de chinches!

Sentí comezón en la espalda y me sacudí como perro mojado. Pequeños puntos cafés cayeron de mi ropa y descubrí con espanto que se movían y que había varios en todos lados: era una verdadera plaga. Grité con asco yo también y me subí rápidamente a mi coche, huyendo del lugar.

—————

30 de diciembre del 2023: Barbie Beyoncé cerraba las celebraciones de la coronación con un concierto público masivo.

El ánimo en general no estaba del todo bien, justo esa misma mañana los restos del submarino de OceanGate llegaron a las playas. Ni un solo sobreviviente. Además, muchas Barbies y Kens habían sido desalojados de sus casas por el repentino y brutal surgimiento de un volcán.

Sentí mucha angustia por irme al concierto y dejar a Kobu solo (otra vez no quiso comer y se la pasó dormido todo el día. En los últimos días había bajado mucho de peso y su pelito dorado se había cubierto de blanco), pero pensé que sólo serían un par de horas y después podría regresar a cuidarlo. 

Traté de distraerme con el show, en verdad lo intenté. Todos mis problemas seguramente tenían solución y yo solamente estaba exagerando. Bailé y canté lo más que pude, y estaba lista para participar con todos del “mute challenge” que Barbie Beyoncé hacía durante su canción “Energy”: 

Just vibe

Votin’ out forty-five

Don’t get outta line

Ooh, ooh, ooh, ooh

Miré a mi alrededor, sonriendo a todas las Barbies y Kens que estábamos reunidos disfrutando del concierto, tratando de tener un poco de alegría en medio de tantas cosas extrañas.

En eso, algo a mi derecha llamó mi atención. 

Pick a side

Only double lines we cross is dollar signs

Ooh, ooh, ooh, ooh

Ese era… ¡sí! ¡Era mi novio! ¡Estaba ahí también en el concierto! Agité la mano en su dirección para que me viera pero en su lugar, volteó a mirar a la muñeca que venía con él.

Wait, I hear you just got paid

Make it rain energy

She more Cancun, he more St. Tropez

Me quedé boquiabierta al verlos bailar tan pegaditos y acercándose melosamente el uno al otro. ¡¿Qué chingados?! Eso no estaba bien, a mi no me iban a ver la cara de idiota, no señor. Avancé con dificultad entre la multitud y cuando estuve a unos cuantos metros de ellos, él puso su mano sobre el enorme y plástico trasero de la muñeca de cabello negro y largo con la que iba, para inmediatamente después plantarle un apasionado beso en sus labios inflados.

Big wave in the room, the crowd gon’ move

Look around everybody on mute

Todo el estadio quedó en silencio, excepto yo. Mi grito de furia, indignación y corazón destrozado resonó cual lamento de La Llorona: punzante, fuerte y aterrador. Barbie Beyoncé, sus bailarines y prácticamente todo el estadio me miraron con una expresión de disgusto. Me sentí mareada, y salí del lugar lo más rápido que pude. 

—————

Corrí todas las cuadras desde el estadio de Barbieland hasta llegar a mi mansión, sudando, sin aliento y con un terrible dolor de cabeza. Lágrimas frescas todavía corrían por mis mejillas.

Abrí la puerta con manos temblorosas, pensando que aquello debía ser una pesadilla, era imposible que las cosas se hubieran echado a perder tan de repente. No entendía nada de lo que estaba sucediendo.

“¡Kobu! ¡Kobu!” Llamé a mi perro desesperada. En ese momento lo único que quería era abrazarlo, sentir su calidez y confort. 

Pero mi perro no respondió. Lo busqué por toda la mansión. 

Nada. No había nada. 

Salí al jardín y vi su plato intacto y su casita vacía.

En ese momento lo comprendí: Kobu se había ido para siempre.

Me derrumbé en el piso de mi cocina y el reloj de la sala anunció el nuevo día: 31 de diciembre.

El 2023 llegaba a su fin.

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TOC. TOC. TOC.

“¡Vooooy! ¡Un momento!”

TOC. TOC. TOC.

La puerta de la enorme mansión rosada se abrió de golpe y una Barbie rubia, alta y delgada salió a mi encuentro.

-¡Hola Barbie Dany! 

-Necesito tu ayuda, Barbie Taylor Swift -le dije, los ojos empapados en lágrimas-. Creo que algo muy extraño y horrible está sucediendo. 

 

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